lunes, 4 de julio de 2016

FINAL DE SEMESTRE

Se inicia el sexto mes del año, el que marca en el mundo educacional, la mitad del período académico y que tiene como recompensa para quienes ejercemos la labor dentro del aula, un merecido descanso de un par de semanas. El presente semestre ha sido de dulce y de agraz, pues cuando recién comenzaba los jóvenes que están bajo mi tutela mostraban un entusiasmo poco habitual en el contexto en que me toca ser facilitador de aprendizajes. Mi proyección era la más auspiciosa y ellos fueron dando respuestas a cada uno de los desafíos que se generaban en cada uno de los encuentros con cada docente. Este peregrinar estuvo marcado por altos y bajos que supimos ir sobrellevando, a través de una conversación sincera y directa, demostrando que la madurez comenzaba a ganarle terreno a la desidia y apatía masificada en otros niveles. En mi cabeza tenía el siguiente pensamiento, mis estudiantes de octavo básico, están llevando el proceso de pubertad de manera óptima, pues sus cambios no han sido resorte para una baja académica. Los demás docentes me manifestaban un parecer similar y mi pecho henchido recubría a un corazón alborotado por este cambio positivo. 

Todo iba sobre ruedas, hasta que se inicio el mes de junio, mes destinado por la institución para desarrollar la evaluación de nivel que tiene como parámetro las estandarizadas (simce), es decir, se enfrentarían a una cartilla y un documento de cuarenta preguntas, con cinco alternativas cada una. Si bien, la mayoría de los especialistas, destinan tiempo previo para realizar una suerte de repaso para preparar de mejor manera la instancia, el resultado nuevamente fue un golpe contra el muro. 

El resultado de este proceso, nos trae a la mesa, los cuestionamientos sobre las formas de evaluar, realizó un mea culpa en que quizá no generé situaciones similares antes (me refiero a lo de las cartillas), pero el análisis crítico y la forma de enfrentarse a los contenidos siempre estuvo presente. Será que llegaron fundidos, pues a pesar, del descalabro que significa completar las casillas con notas deficientes, al observar la última columna, la relacionada con el promedio del trabajo realizado en estos meses, el saldo es positivo.

Me propongo firmemente ir acercando a los discentes al desarrollo evaluativo relacionado con cartillas, pero será un adiestramiento soterrado o será que de esa manera ellos podrán ser parte activa en una sociedad donde  las diversidades y lo multifocal es parte del día a día.