martes, 6 de junio de 2017

Plenitud

Desde marzo del presente año me ha tocado desempeñarme en un establecimiento de carácter privado. Es uno de los que tiene cierta reputación en la comuna de Puente Alto y posee instalaciones deportivas a vista y paciencia de los transeúntes. La mayor complicación en este tipo de unidades educativas son los apoderados, pues tienen la noción -el sistema los ha avalado- en que están pagando por una educación de calidad, lo que no alcanzan a dimensionar algunos, es que la formación debe ser un camino de doble vía. Nosotros tratamos y en serio que es verdad, de entregar de la mejor manera los contenidos para que los educandos al interior del aula, puedan florecer y progresar en sus habilidades. No es menos cierto, que la apatía de la generación (juventud) no dista demasiado de la vivida en los albores de mi segunda profesión. Si antes de esto, también estuve ligado a las letras, a través del periodismo dedicado a los adultos mayores, grupo etáreo que posee una energía desbordante y que ve en cada instante uno para pasarlo bien.
Inicié mi aventura mayor con cierto temor, incluso hoy que escribo estas líneas, no dejo de sentirlo, lo he tomado como un aliciente para seguir mejorando, que siempre ha sido mi espíritu en todo orden de cosas. Las relaciones humanas siempre han sido un tema al interior de los trabajos, pero mi fortaleza en este indicador, me la apropié en mi primer trabajo. Era un joven con aspiraciones de letras, creía que al salir de la Universidad terminaría escribiendo opiniones como Jorge Edwards en La Segunda, con esa meta clara, me repartía entre las labores de encuestador para la única institución permitida para recabar información en Chile, INE, y como vendedor de medio tiempo en una multitienda con nombre italiano. Allí había trabajado mi hermano, Pablo y desde su apertura lo sigue haciendo hoy mi padre, por lo que el ingreso a la tienda de departamentos no fue complejo. Lo arduo se dio en los metros asignados al calzado de niños, lugar donde me desarrolle durante casi seis años. El inicio me entregó la capacidad de adecuación que debe tener todo ser humano que ingresa a compartir diariamente con desconocidos, los que pueden transformarse en amigos o solo quedar bajo el rotulo de compañero de labores. Era mi primer incursión formal en un trabajo y el encuentro con la realidad fue muy fuerte. Nuestro grupo estaba compuesto por seis vendedores planta (cada uno con turnos) más mi presencia los fines de semana y algún festivo a mitad de la misma. Las ganas y las expectativas de hacerlo bien estaban de mi lado, lo que no contaba yo (en mi inocencia) era la disposición de los otros a mi presencia. Era como una selva, el cliente era la presa y mis habilidades aun en ciernes estaban en constante apremio por parte de los otros depredadores. Las primeras horas fueron un infierno tanto así que las ganas de abandonar no demoraron en llegar, inclusive, la renuncia a mi cargo, estaba en poder del jefe. Es aquí donde surge la figura del Señor Mosca, un tipo alto de buen talante y parsimonia al caminar. Tenía un pasado deportivo (basquetbolista, era muy alto) y por ende un magister en trabajo en equipo, fue a él a quien presente mi declaración de termino, me escuchó y (creo por el cariño que le tenía a mi papá) me dedico un tiempo preciado para hablar conmigo. Me hizo un par de preguntas de interés y luego me explicó la dinámica de los vendedores, me permitió el espacio para que me diera cuenta de que recién comenzaba y que el camino que debía recorrer era enorme, me explicó con serenidad que mi futuro no estaba allí, que yo estaría solo de paso y que si podía adaptarme allí, de seguro, mis oportunidades de triunfo en la vida serían enormes. Fue luego de eso, que pude volver a mis labores, desempeñarme de manera excelente como vendedor y pude ayudar a los otros que fueron llegando en ese largo periodo. Fue gracias a él que entendí el teje maneje de las relaciones humanas y ha sido el cimento donde he desarrollado gran parte de mis labores profesionales.
Teniendo esta fortaleza, es que hoy sor parte del departamento de Lenguaje. He conocido gente con diversas historias, todos aportando desde su lugar. Este primer semestre me he sentido bastante cómodo, leyendo, escribiendo y haciendo deporte. En más de una ocasión estos meses he sentido en mi ser una alegría que me hace sentir plenitud.....