martes, 28 de febrero de 2023

Un nuevo desafío

Henos aquí en un nuevo comedor para estudiantes tomando café preparado de manera paralela durante mi desayuno a eso de las cinco y media de la mañana. Con las ganas que se puede tener un día martes previo al ingreso de aquellos a los que tendré el placer de acompañar, me sitúo frente al ordenador.

Es como el viaje a la semilla, recurro a este título, pues acabo de leerlo en el plan lector en la plataforma que esta institución emplea para ordenar sus contenidos y asegurar el proceso educativo en su universo de estudiantes. La mención de Alejo Carpentier no tiene ningún asidero lógico, más que el titulo, pues la trama de aquel emblemático texto está fuera de mi radar, pero tomo en mi cabeza aquello de la "semilla" para dar cuenta de una vuelta al origen.

Mis primeros pasos en el campo de la docencia se dieron a inicios del período escolar del año 2008. Con la ayuda- nuevamente- de mis padres adquiría mi segunda titulación y ese año ingresaba al mundo laboral como el flamante nuevo profesor de lenguaje en "La Reina del Mundo". Reemplazaba a la señora Marta si mal no recuerdo, jubilada el año previo y mis nuevos bríos serían la fuente desde la cual adquirirían el conocimiento aquellos estudiantes que cursarían los cursos quinto, sexto y octavo básico.

Con el ánimo y entusiasmo que me ha caracterizado a lo largo de mis años desarrollé las competencias aprehendidas en mi alma mater desde el primer día. Mis orígenes de periodista me daban un plus especial para enfrentar las lecturas y propiciar el diálogo al interior de las aulas. Aquello se ha transformado en una impronta a lo largo de mi proceso como educador entregándome confianza y alegría en cada nuevo paso.

Decir que en aquellos niños logré impactar de manera efectiva no sería irreal, pues han sido ellos quienes con el paso del tiempo me lo han hecho saber. En la actualidad como profesionales en sus áreas aún conservo contacto con algunos y los recuerdos de aquellos años solo nos trae alegrías. 

Seguramente también mis intervenciones y decisiones tomadas fueron rechazadas por otros o resistidas creando una coraza difícil de penetrar, pero a pesar de aquello, logré mantener una continuidad de casi diez años en ese acogedor ambiente donde resonaban las palabras de San Vicente de Paul en boca de las Hermanas de la Caridad, consagradas encargadas de llevar las directrices del colegio.

Hoy con muchas horas aulas en el cuerpo puedo expresar que esta unidad educativa cercana a mi hogar me ha sorprendido de manera positiva, tanto por la calidez humana (son solo dos días, pero aquellos profesionales con los cuales deberé confluir durante el año se han mostrado llanos a ayudar) como por el desarrollo tecnológico que poseen.

Estaré facilitando contenidos nuevamente en los primeros hitos de la enseñanza media y me esforzaré en promover el gusto por la lectura mediante la cátedra de "comprensión lectora" en uno de los cinco segundos medios que se despliegan en los tres pisos del Centro Educacional La Florida (CELF)

En tiempos en que muy pocos asimilan de manera correcta lo decodificado la idea de abrir la maravillosa puerta de la comprensión se alza como un nuevo desafío que adquiero con mucha ilusión. Solo el día a día dirá cómo lo estaré haciendo, por lo pronto mariposas en mi estómago, me indican que la elección ha sido la correcta. 






viernes, 17 de febrero de 2023

FEBRERO

El segundo mes del año ha sido súper movido. Enero tuvo también sus puntos altos, pero esta tarde de viernes han quedado en el pasado. No tengo ninguna objeción en contra de los días pasados, desde hace un tiempo que gozo cada uno de ellos y aprovecho el día a más no poder. En ocasiones es consciente en otras sé que he resuelto algo en pos de aquello y me deja apaciguado.

Tan solo es el fin laboral de la tercera semana y he querido estar frente a la pantalla desde hace mucho. El viaje a las Torres del Paine es más que solo un hito que finalizó junto con el primer mes del año 23. Allí fue donde conviví diez días con quien comparto un hermoso caminar desde hace más de un año y con quien disfruto de cosas en común.

La capacidad de hablar con honestidad es una de las que observo en el día a día. Con esto quiero expresar que en mi caso me expreso sin tapujos, existe la sensación en mi ser que puedo tratar cualquier tema con respeto y amor. Dos de los ejes que he venido combinando en mi vida y que trato de proponer a quien me conoce y comparte parte de su tiempo junto a mi. 

Resulta que el andar ha sido de lo más que hay. En más de una ocasión le he expresado que el sino nos volvió a juntar en la instancia calma de nuestras vidas y realmente lo siento de esa manera. Creo que el destino nos ofreció una nueva chance de entender de qué va la vida y gozar cada instante con la determinación de saber que puede ser el último en conjunto.

Suena aterrador, pero tengo esa certeza y me permite ser ecuánime (al menos desde mi perspectiva lo intento) cuando debemos tratar algo peliagudo. Es complejo presentar los puntos de vistas basados en la compasión y en la bondad.

La rueda de la fortuna, allá en un septiembre lejano, volvía a poner en mi camino a aquella dulce niña que fue parte de mi crecimiento en los inicios de los 90 y con mucho tacto trataba de no arruinarlo.

Suena lejano, pero no deja de ser verdad. Ella reseñaba aquel día once en sus redes sociales, después de 24 años volvemos a encontrarnos y me taggeaba en IG. La alegría sentida durante el trekking de Aguas de Ramón se volvía a evidenciar en mi piel y en la sonrisa que se dibujaba en mis labios.

Soy honesto cuando escribo que mis pensamientos disfrutaban (lo siguen haciendo) cada instante junto a ella. El deambular de mis actos no los recuerdo con exactitud, pero al parecer, según su perspectiva fui demasiado lento.

Algo más de tres meses fue el período de cautela que mi cuerpo y mente previeron como necesario para su regreso a las lides del amor compartido. Fue una simple pregunta la que me permite hoy reseñarla yo a ella. 

¿Puedo cruzar la línea? o algo así, para luego agregar algo más compasivo aunque no recuerdo con certeza cuál fue el diálogo dispuesto sobre su cama. Estábamos mirándonos recostado. Teníamos las manos debajo de la cabeza como una suerte de almohada y nuestras miradas se sostenían en la penumbra de la tarde.

La anuencia de ella vino en un monosílabo, tras el cual, acerqué mis manos a su cara la atraje hacia mi y la besé. Suave en un inicio, luego nos permitimos agregarle candela al encuentro. Fuego que hasta ahora renace en cada nueva posibilidad que nos regala el día a día.

Decir que espero con ansias, no es una exageración, como tampoco lo es que durante su ausencia, su presencia se hace más fuerte y me acompaña en cada uno de mis actividades. Ya sea en la lectura, como sucedió con Aniquilación de Michelle Houellebecq o cómo sucede cuándo finalizó un entrenamiento.

Hoy está en su departamento con su cabeza llena de reuniones y cosas por hacer. Por mi parte, a la espera de que en un par de semanas vuelva a encontrarme con un aula y nuevos retoños- si se tocar las teclas justas- ávidos de aprender.